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¿Sabes convivir?

convivir

Antes de responder a la pregunta del título, reflexiona. Se puede vivir durante años con alguien y no saber convivir. O haber perdido esa habilidad al vivir sin tener que compartir con nadie. Ya, puede que después de lo que has vivido, lo que menos te interese es vivir en pareja.
Pero no puedes saber si mañana pensarás igual. ¿Y si en este tiempo te has convertido en algo parecido a un náufrago en una isla desierta? Si quieres saberlo, responde a este test con sinceridad.

1. A tu casa-santuario, ¿quién va?
a) Nadie, prefiero encontrarme con los amigos fuera.
b) Sólo la gente con la que estoy a gusto y que no tiene voluntad de ‘okupa’
c) Los viejos amigos, los nuevos, los ligues, los ligues de mis amistades…

2. Si invitas a alguien a tu casa, le ofreces…
a) Un café y poco más. No me gusta que la gente se quede mucho rato.
b) Depende de la persona y de la ocasión.
c) Comida, merienda, cena y, por supuesto, quedarse a dormir (en el sofá o en mi cama, según el caso.)

3. ¿Cómo reaccionas si se interesan por ‘tus cosas’ (libros, discos, películas…)
a) Les dejo verlas de lejos, y de prestarlos, ni hablar del peluquín.
b) Disfruto compartiéndolas en casa y, si la persona me inspira confiaza, puedo prestarle algo para comentarlo después.
c) Les hago verlo, escucharlo o leerlo todo y cuando se marchan, les dejo una mochila para llevarse todo lo que les he prestado.

4. En tus ratos de internet has conocido a alguien del sexo opuesto que parece interesarse por ti y propone un encuentro…
a) Acepto, pero no acudo a la cita, que después la gente se mete en tu vida y…
b) Pienso si también me interesa a mí, y en ese caso, nos vemos. Si luego no me atrae, evito confusiones pero sin ofender.
c) Que venga a mi casa y se traiga sus maletas. Me da igual como sea. ¡Se ha interesado en mí!

5. ¡Has ligado! Y acabais la noche en tu casa. Pasadas las efusiones ¿qué te gustaría que hiciera esa persona?
a) ¿Es necesario que entre en casa? Si nos las podemos apañar en el portal…
b) Si me ha gustado la experiencia, me gustaría que se quedara hasta la mañana y luego veremos.
c) Que traiga sus cosas aquí, si sobra sitio…

6. El ligue ha sido agradable, lo habéis pasado bien y te propone pasar algún tiempo juntos, para ver…
a) ¿Ver? ¿Qué hay que ver? Si el portal ya lo conoces…
b) ¿Por qué no? Al fin y al cabo somos adultos y podemos ir paso a paso, si ambos queremos.
c) Le llevo de visita al pueblo, le presento a mis padres y abuelos, y con la excusa de que me he cortado un dedo, le propongo un pacto de sangre.

7. Tienes visitas más o menos inesperadas y se acerca la hora de comer…
a) Comento que estoy en pleno ayuno y que si se quiere quedar, en la alacena tengo una lata de atún… caducada.
b) Improviso algo rápido o lo pido por teléfono, lo que menos tiempo me quite para disfrutar de la visita.
c) Amaso pan y preparo cuatro platos, además de algo lento para la cena. Porque no se van a ir ya, ¿no?

8. Se organiza una salida al cine con un grupo de amigos o gente del trabajo. ¿Qué película escoges?
a) Una que sólo me interesa a mí, y en otra sala. Total, cuando acabe la proyección podemos encontrarnos.
b) La que quiera la mayoría, si está entre mis gustos. En todo caso, no vamos a hacer un problema por eso, ¿no?
c) La que quieran, cualquiera me parece bien con tal de ver tanta gente cerca.

9. Ronda de cañas con un grupo mixto (conocidos y gente nueva) A la hora de pagar, tú…
a) Exijo que la cuenta se divida hasta los decimales, y por los céntimos que nadie se preocupe, que llevo un buen montón…
b) Lo que surja; igual invito a una ronda, que ya después lo hará otro.
c) No dejo que nadie pague nada. Faltaría más. Y hay que ver lo que les gusta salir conmigo.

10. Se presenta la ocasión de una escapada de fin de semana en grupo. Durante esos días, tu forma de participar es…
a) Veo al resto a la hora de comer y luego me dedico a pasear en solitario.
b) Trato de amoldarme a las preferencias de la mayoría, sin renunciar a las actividades que más me gustan. Nunca me faltan cómplices.
c) Me pego al resto desde que sale el sol hasta que me echan porque dicen que tienen que dormir. ¡Pero si son las siete de la tarde! ¿No querrán deshacerse de mí?

11. Al piso que está junto al tuyo se mudan nuevos vecinos y vienen a presentarse.
a) Converso un minuto y medio con ellos, en el umbral, y ya he cumplido.
b) Les ofrezco algo que puedan necesitar (una escalera, herramientas, información sobre el edificio), y si me caen bien, ya habrá tiempo para conocernos mejor.
c) Les ayudo con la mudanza, les sugieron cómo poner los muebles y, en confianza, les propongo que sería más práctico derribar el tabique que nos separa y vivir todos en una casa más grande.

12. Los mismos vecinos organizan una cena para celebrar su traslado, pero no te invitan…
a) Tampoco hubiera ido, que después cogen confianza y se creen con derecho a molestarte con cualquier excusa, como la inundación de su piso o un incendio de nada…
b) Es lógico, será una reunión con sus amigos íntimos, para mostrarles la casa.
c) Falsifico una invitación con mi nombe y apellidos y no me echan de allí ni con los GEOS.

Mayoría de respuestas A:
Robinson Crusoe, a tu lado, era un animador sociocultural. No te gusta la gente, aunque lo más propable es que no te gustes a ti mismo. La soledad no es un fuerte a defender hasta el último disparo, sino una compañía escogida. Vale que tengas tus gustos y no te apetezca ponerlos a prueba ante terceros, pero luego no te quejes de que la gente pasa de ti. Es que les estás enseñando a ignorarte.
Prueba a salir del cascarón aunque sea una vez por semana. Y dejarlo abierto (con la cadena puesta, vale), para que el mundo se pueda asomar.

Mayoría de respuestas B:
Has logrado cierto equilibrio o mientes de maravilla. Nadie es tan razonable. Y a costa de vivir solo, en más de una ocasión has protegido esa intimidad, o has sentido que te pesaba. Venga, ahora sin trucos, responde de corazón. Y si aún así predominan las respuesta tipo B, enhorabuena. Sabes vivir en soledad y selecionas a quién dejas entrar en tu mundo y cuándo. En todo caso, vigila para no desarrollar esas manías de las que tanto te ríes en otros, pero no te avergüences de tu independencia, que seguro que te ha costado lo tuyo.

Mayoría de respuestas C:
¿Has pensado en acudir a una asociación de voluntarios para que alguien te haga compañía? Y siempre te queda ‘el amigo invisible’ o comprarte un loro y enseñarle a hablar. Te aterra estar a solas, o más aún, pensar que siempre será así. Por eso avasallas a todo el mundo para tener gente cerca y consigues el efecto contrario. ¿No habías advertido que hasta los del Domund evitan llamar a tu puerta? Moderación, calma y sobre todo, no apabullar a la gente nueva que vas conociendo. Verás como vuelven a verte sin que tengas que pagarles…

Sin cachondeo: ¿Cómo eres en realidad?
No te dejes engañar por el tono ligero del test. Está claro que, por mucho que te pese o prefieras la soledad, no vas a querer tirar el tabique para unir tu casa con tus vecinos, ni pedir una orden de alejamiento si te saludan dos veces en el ascensor. Pero que la broma sirva para reirnos de esos extremos y pensar después si no nos reflejan desde la exageración. ¿De verdad nos gusta nuestra soledad o es que no queremos arriesgarnos a conocer a los otros?

El encanto de la soledad
¿A quién tendrás que soportar -o disfrutar- hasta el último de tus días? Está claro, a esa persona que encuentras en los espejos. Eso quiere decir que toca habituarse a ella, admitir sus fallos y reconocer sus virtudes. Una vez realizado ese trabajo, hay que disfrutar de la soledad, nadar sin hundirse en ella. ¿O es que cuando estabas en pareja no echabas de menos la posibilidad de disponer de tiempo para tí? Seguro que sí. Aprovéchalo para hacer cosas que te den satisfacciones, paladea ese espacio en el que puedes hablar a solas. Y luego sal, también con medida y no a buscar a los demás, sino para encontrártelos. Si has cultivado bien tu soledad, disfrutarás también de la compañía, porque sabrás que no necesitas aferrarte a ella como a un madero en alta mar. Si no estás a gusto, siempre puedes volver a casa y pasar un rato tranquilo. El encanto de la soledad consiste en que puedes habitar en ella o sacarla de paseo y presentarle otras soledades. Igual se hacen amigas.

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